Por Wensy Bautista
Cuando el presidente Danilo Medina
hace una crítica, lo hace desde la autoridad de quien logró evidentes mejoras
en la calidad de vida de los dominicanos: más educación, más empleo, más obras
comunitarias y más oportunidades para la gente. Sus palabras comparan
realidades y recuerdan que sí es posible gobernar con eficiencia, sensibilidad
y resultados.
De igual forma, el presidente
Leonel Fernández no necesita apelar a promesas para señalar las debilidades
actuales. Sus críticas transportan al país a una etapa de grandes obras y transformaciones:
el Metro, las autopistas, los elevados, la expansión universitaria y la
modernización tecnológica. Son símbolos tangibles de un liderazgo que dejó
huellas visibles en todo el territorio nacional.
Y más recientemente, el excandidato presidencial del PLD, Abel Martínez, demostró que la oposición también puede inspirar con hechos. Su discurso opositor, cargado de propuestas, tenía como carta de presentación la transformación de Santiago, una ciudad modelo en orden, limpieza y gestión municipal. Abel no habló de sueños; mostró resultados.
Por eso, esta estrategia del
gobierno no calará. El pueblo dominicano sabe distinguir entre promesas y
demostraciones, entre propaganda y realidad. Pretender que la oposición no
critique sería tanto como pedirle que gobierne desde fuera del poder.
La oposición dominicana no
promete: demuestra. No se basa en palabras vacías, sino en logros concretos que
marcaron una diferencia en la vida de millones de dominicanos. Ese es el legado
que hoy la oposición exhibe con orgullo y que el pueblo valora con memoria.


0 Commentarios:
Publicar un comentario