En la gran paradoja del Brasil que era presentado como modelo de progreso y que ahora está inundado por una ola de protestas callejeras, hay un protagonista por excelencia: la clase media. Ese segmento de la población brasileña, que en una década incorporó 40 millones de personas por avances económicos del país y programas sociales del gobierno, es el gran impulsor de las manifestaciones en las calles. Y esto no sólo habría expuesto un malestar creciente de los brasileños con los políticos y los servicios públicos que usan a diario, sino también la fuerte división social que arrastra el país. En las protestas masivas de Sao Paulo, Rio de Janeiro y decenas de otras ciudades brasileñas donde el jueves salieron más de un millón de personas a las calles, resulta claro que esta no es principalmente una revuelta de pobres. ¿A qué se debe que una clase que hasta hace unos días era el orgullo de las autoridades brasileñas por su crecimiento y mayor nivel de consumo esté hoy en pie de guerra en las calles? Educados y conectados Se ve que los manifestantes son jóvenes educados y conectados al mundo a través de redes sociales. De hecho, los teléfonos inteligentes, tabletas y cámaras de foto digitales abundan en estas movilizaciones callejeras. El 77% de quienes participan de las manifestaciones de Sao Paulo, donde el movimiento cobró forma, tienen educación superior, indicó una encuesta de la empresa Datafolha esta semana. "El grueso (de los manifestantes) son jóvenes de clase media-baja y media-media", dijo Aldo Fornazieri, director académico de la Fundación Escuela de Sociología Política de Sao Paulo (FESPSP), en diálogo con BBC Mundo.