domingo, 23 de junio de 2013 Artículo de Nelson Gómez.. Para un país como la República Dominicana
las recientes manifestaciones de protestas, principalmente por un aumento de centavos de dólar al pasaje de transporte público, en Brasil resulta algo difícil de entender porque desde hace décadas vemos a esta nación como el ejemplo a seguir en materia de crecimiento económico, aplicación de políticas sociales y solidaridad internacional. La imagen que tenemos es que allí se construye un paraíso social basado en el equilibrio de nichos neoliberales, fuertes capitales foráneos, enormes recursos naturales que la han llevado a ser la 7ma. economía mundial y segunda del continente; bajo desempleo y un Estado comprometido a reducir la distancia de las clases sociales, sacando a millones de individuos de la pobreza, lo cual le ha garantizado un gran apoyo político. Su presidenta, Dilma Rousseff, quien llegó hace 3 años al poder con un 56% de los votos de la mano del presidente obrero Lula Da Silva, quien la impulsó con su popularidad en ese momento de un 85% y una valoración de gestión gubernamental de un 77%, aseguró recientemente que “la situación económica del país se caracteriza por cuentas públicas e inflación bajo control, y que el gobierno tiene todas las condiciones" para impedir un alza indeseada de precios. Pero a pesar de todo su popularidad ha ido en picada, con una inflación que en mayo alcanzó 6,5% en un año, el techo de la meta oficial del gobierno (la meta es 4,5%, con un margen de tolerancia de dos puntos por encima o por debajo). Las redes sociales volvieron a ser el medio –no una causa como algunos devotos de la tecnología y la sociedad mediática quieren vender– de convocatoria de las masas que se lanzaron a las calles a pedir más que la rebaja de pasaje y, lo que nunca falta, la oportunidad de saqueadores que se cobijan en estos acontecimientos para hacer lo que saben hacer. Los asesores de la presidenta aún están buscando una razón convincente de esta erupción social, y algunos no descartan que estos eventos sean parte de un complejo plan para desestabilizar la mayor economía latinoamericana por parte de sectores internos o externos. Dilma, veterana política de origen marxista, dió la cara al pueblo pero no se identifica una organización opositora responsable encabezando las manifestaciones. Se cual sea la chispa detonante de esta explosión, no hay dudas de que hay un caldo de cultivo de origen económico latente y que, espontáneo o dirigido, nos da una advertencia de la vulnerabilidad del sistema político en naciones aunque vayan en ascendencia. Imagínense en estas economías caribeñas sacudidas por el tsunami de la crisis económica mundial. Estos síntomas confirman claramente el principio de que la situación económica determina la política y, en nuestra media isla, la estabilidad está sujeta a los mismos principios, por lo que no podemos hacernos los sordos o ignorantes de lo que pasa en la economía del ciudadano de a pie y cantar victoria por indicadores de buena popularidad de momento, sabiendo que aún convivimos con profundas deudas sociales y, prácticamente, la estabilidad podría estar mutando a un volcán dormido. “Cuando veas las barbas de tu vecino quemar, pon las tuyas a remojar” publicado en www.nelsongomez.org