Según un comunicado castrense,
Hamás había instalado presuntamente en el rascacielos derribado «sistemas de
inteligencia y puestos de observación para monitorear la ubicación de las
tropas».
El Ejército israelí alega de
forma habitual, sin aportar pruebas que lo corroboren, que milicianos de Hamás
hacen un uso militar de estos rascacielos tras casi dos años de ofensiva
bélica.
Los gazatíes creen que es parte
de la campaña israelí que busca forzar al millón de personas de la ciudad de
Gaza a desplazarse al sur, antes de una invasión terrestre de la capital.
Poco antes del ataque, el
Ejército había ordenado el desplazamiento forzoso de los residentes de la torre
Ghafri y de las tiendas de campaña cercanas, donde se refugian gazatíes
desplazados que lo han perdido todo.
El comunicado también instó a la
evacuación de quienes aún no han huido de la zona portuaria de la ciudad de
Gaza y del barrio de Rimal, donde en la última semana han sido también
demolidos en bombardeos otros rascacielos.
Desde que Israel anunciara sus
planes de invadir y ocupar la ciudad de Gaza, los bombardeos se han
incrementado contra la capital gazatí, con decenas de muertos allí cada día,
pero también las demoliciones y la destrucción de cualquier tipo de infraestructuras.
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